Han pasado diecinueve largos años desde que la ministra Elena Espinosa derogó la ley de cámaras y blindó la representatividad a tres organizaciones. Un auténtico alarde de ordeno y mando. ¿Qué es eso de que los agricultores puedan elegir a sus representantes? Los representantes los elijo yo y punto. “Elena la democrática” la podían haber llamado. Claro que las otras tres organizaciones estaban locas de contentas. Les dieron el título de más representativas y a vivir que son dos días. Pasan los años y la jugada se vuelve maestra, a cambio de la paz social en el campo tres organizaciones gozan de unos privilegios que no se han ganado en las urnas, y lo saben. El gobierno contento y las tres Marías encantadas de la vida. Se repartieron el patrimonio de las cámaras agrarias vendiendo el hotel de Guardamar de Segura, Patrimonio de todos los agricultores, y se lo repartieron sin ningún sonrojo. Tres millones de euros por organización, con las barrigas a reventar como para moverse por los problemas de los agricultores. Vaya ganas, que pereza. Todo les pintaba bien hasta que el ministro Cañete dijo que se acabó el corralito de la representatividad. Que iba a hacer una ley para medir la representatividad de las organizaciones y que serían los agricultores quienes, mediante las urnas, elegirían a sus representantes. Y la ley se hizo, se votó en el congreso y se aprobó. Pero cuando la ley pasó al senado, Cañete se fue de comisario a Bruselas, y la ley sufrió una pequeña modificación. En el congreso se aprobó que se celebrarían elecciones a los 18 meses de aprobarse la ley y en el senado se cambió por a los 18 meses después de aprobarse el reglamento. Una pequeña modificación que introdujo la ministra Tejerina. Esto fue en el 2014, Este cambio fue propuesto porque la intención era no hacer nunca el reglamento. La muy democrática Tejerina no tenía ninguna intención de seguir los pasos de su maestro Arias Cañete. Muy obediente a su organización afín decidió seguir con una representatividad otorgada a dedo y repartida a partes iguales. Otra demócrata en el ministerio, si es que las cogen a lazo. Cinco años de Tejerina y otros cinco de Planas todos tan contentos con el reparto de la tarta. Hasta que llega febrero de 2024. El campo estalla en las mayores movilizaciones que se han hecho nunca lideraras por la UNION DE UNIONES y apoyadas por un montón de grupos independientes que no quieren saber nada de las tres Marías. Estas movilizaciones tienen su punto más álgido en la movilización del 21 de febrero. Mas de 1.000 tractores en Madrid no se ha visto y posiblemente no se vuelva a ver nunca. La primera reivindicación fue democracia en el campo, porque sabemos que sin democracia las organizaciones se deben a quien los mantienen en un estatus que no se merecen. Así que el ministro Planas después de 5 años en el gobierno se dio cuenta de que medir la representatividad era una cosa urgente. La formula mas rápida es a través de una ley que se está tramitando. La ley de desperdicio alimentario. Por lo tanto, se ha presentado una enmienda para medir de forma objetiva la representatividad. Con está ley todas las organizaciones agrarias tendrán que demostrar que son más representativas. Con elecciones celebradas en CCAA y con resultados en vigor. Las del 2000 ya no valen. Y donde no hay elecciones a través de la afiliación o demostrando estructura. No es perfecta pero al menos es objetiva. A las tres Marías no les ha gustado ni un pelo que les toquen sus privilegios. Ahora la clave está en lo que voten los distintos partidos políticos.  ¿Votarán a favor de la democracia en el campo o se deberán a las tres Marías por los favores recibidos? En breve lo veremos.




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