La agricultura y la ganadería se ha convertido en una actividad de altísimo riesgo. Los costes de producción se han disparado en los últimos años, mientras que los precios que percibimos se han desplomado en muchos productos. Con este panorama no es de extrañar que muchos profesionales estén pensando en abandonar el sector. Las cuentas sencillamente no cuadran. Las inversiones son muy altas y aunque hay ayudas, muchas veces éstas se convierten en una trampa mortal. La maquinaria es muy bonita, muy moderna pero muy cara y si no salen los números después vienen los dolores de cabeza. Otro de los grandes problemas es el precio de la tierra o de las rentas que está muy por encima de lo que sería razonable. En este punto nosotros, los agricultores y ganaderos tenemos parte de la culpa. El crecimiento desmesurado de los parques fotovoltaicos es una competencia absolutamente desleal. Está incrementando el precio de la tierra de una forma artificial y encima con ingentes cantidades de dinero público. Limitar el uso de tierras con vocación agraria para otros usos es ya urgente.
Ante este panorama la UNIÓN DE CAMPESINOS hacemos propuestas concretas. En primer lugar, bajar el IVA de todos los insumos a la mínima expresión. Investigar de oficio prácticas anticompetitivas dando lugar a cárteles como el de la leche, la maquinaria, el gasóleo y otras muchas que pudieran existir. También es importante definir la posición de dominio y tener una vigilancia especial a las empresas que tengan una cuota de mercado por encima del 15%.
En segundo lugar, tenemos que hacer cumplir la ley de la cadena alimentaria. No se puede vender por debajo de coste de producción. Esto sobre el papel queda muy bonito pero la realidad es que no se cumple. Los agricultores y ganaderos vendemos a como nos quieran pagar nuestros productos. No hay negociación de precios. La industria decide de forma unilateral el precio que va a pagar, en algunos casos mucho después de llevarse el producto. ¿Alguien se puede imaginar que vamos a una gran superficie a llenar el carro de alimentos y al pasar por caja decimos “Ya volveré dentro de un mes a ver lo que te puedo dar por esto que me llevo”?. ¿Os imagináis la cara de la persona que está en la caja? Pues esto es lo que están haciendo ahora con la patata. Se está vendiendo sin precio. Es imprescindible publicar costes de producción oficiales y que no se permita ninguna operación por debajo de ese nivel.
Por último, tenemos que aplicar cláusulas de salvaguardia a las importaciones de terceros países que son una competencia desleal y ponen en peligro nuestras producciones. El ejemplo de los coches eléctricos chinos con un arancel del 40% es un buen ejemplo para el cereal que viene de Ucrania, o de Argentina o de EEUU. El sector agrario no es menos importante que la industria del automóvil. Son muchas propuestas, muy concretas y perfectamente compatibles con la legalidad vigente. Es cuestión de voluntad política el aplicarlas o no. Ya no nos valen las buenas intenciones, necesitamos realidades. El campo está muy harto de que le tomen el pelo así que si no vemos cambios reales en los próximos meses tendremos que volver a salir a la calle. De las distintas administraciones depende, que se pongan las pilas.