Últimamente no dejamos de sorprendernos con las decisiones que está tomando Donald Trump. Gravar con aranceles todos los productos importados puede parecer irresponsable, pero que seguramente sea un plan meditado y con objetivos concretos. Mientras que en Europa hemos seguido los dictámenes de la OMC al pie de la letra. Eliminamos las ayudas a la exportación, eliminamos o dejamos en la mínima expresión los aranceles a los productos de países terceros y por supuesto tuvimos que hacer un verdadero galimatías con las ayudas de la PAC porque no podíamos dar ayudas directas a la producción. Pues bien, todo esto ha saltado por los aires con la llegada de este personaje a la casa blanca. Ha desatado una guerra comercial a nivel mundial sin precedentes y las reglas comerciales que estaban en vigor se han quedado en papel mojado. Con este nuevo escenario el papel de la OMC (organización mundial del comercio) compuesta por 166 países tiene un papel complicado. El arbitraje en esta situación se me antoja misión imposible. Por lo tanto, la OMC está condenada a reinventarse o a desaparecer. Del libre comercio hemos pasado al proteccionismo por la sencilla razón de que a Trump no le salen las cuentas. Y todo esto en un abrir y cerrar de ojos. Ante esta situación cabe preguntarse qué va a hacer Europa. Es posible que respondamos con aranceles a los productos EEUU. pero lo que realmente importa es situarnos ante un nuevo paradigma que lo cambia todo.
Europa tiene que definir claramente cuáles son sus sectores estratégicos y el primero es su agricultura y su ganadería. La defensa es importante, pero comprar armas a Trump es como premiar al matón de la clase en vez de decirle que así no se va a ningún lado. La mejor defensa para Europa es reforzar sus sectores estratégicos y el sector primario es fundamental. Los corsés que nos apretaban desde la OMC se han relajado bastante por lo que debemos diseñar una PAC acorde a las necesidades de los europeos y no mirando a las normas de una organización que está herida de muerte. Es una gran oportunidad para dar ayudas directas a aquellos sectores que más lo necesitan. Las exigencias medioambientales no pueden suponer mayores costes de producción y más burocracia. Plantearse mecanismos de intervención para evitar desequilibrios en el mercado está más justificado que nunca. Apostar de una vez por todas por la prioridad de las ayudas para los ATPs es ahora inaplazable.
Podemos criticar mucho las decisiones que se están tomando, pero lo más inteligente es situarnos en este nuevo escenario y tomar las decisiones más acertadas. En cuanto a la nueva PAC el campo está totalmente abierto. Desde la UNION DE CAMPESINOS haremos propuestas concretas en este sentido. Esperemos que la clase política esté a la altura y sea lo suficientemente valiente para tomar las decisiones que correspondan a los nuevos tiempos. Iremos viendo.